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La conducta agresiva en los niños

En la actualidad existen muchos artículos, documentos e investigaciones que abordan el tema de la agresividad en todos los ámbitos imaginables y en todos los rangos de edad, sin embargo, es claramente observable la dificultad que existe en cuanto a la definición exacta de la agresividad como tal; se trata de esclarecer el concepto mediante términos como el de conductas consideradas agresivas, la intención de hacer daño o la defensa ante un suceso amenazante. Sin embargo, entran en juego muchos factores interrelacionados unos con otros que por sí mismos influyen en la presencia de la agresividad.

La agresividad en sí es un término un tanto ambiguo, depende de la percepción y la opinión de cada persona hacia lo que considera agresivo, lo que para unos puede ser normal, para otros es signo de alarma; yo creo que por eso es tan difícil poder establecer parámetros claros acerca de las conductas consideradas como agresivas, quizá por eso también no exista una clasificación como “trastorno de agresividad” como tal, sino que los rasgos agresivos tienen que ir acompañados de otro trastorno mental para ser considerados clínicamente como parte importante de la sintomatología.

El concepto de agresividad creo que tiene sobre todo una fuerte connotación histórica y cultural; que va desde la formación de estereotipos y establecimiento de roles de género (sobre todo en la cultura propiamente mexicana) hasta la adquisición de patrones de crianza, conducta y estructura familiar. Todo esto porque está comprobado de manera científica que biológicamente no hay una predisposición del nivel de agresividad en cuanto al sexo masculino o femenino, sino que la crianza y la educación estructuran los patrones de comportamientos propios de cada sexo según la cultura en la cual está inmersa la sociedad.

Por eso yo creo que la agresividad manifiesta en los niños, sobre todo en los pequeños, se debe principalmente a una deficiencia en las figuras de autoridad familiar en cuanto a la crianza de los niños, salvo en ocasiones en las cuales se comprueba clínicamente una afectación neurológica de alguna parte cuya función consiste en controlar los impulsos agresivos.

Aun cuando considero que el factor de más importancia con relación al desarrollo de la agresividad en los niños es el papel de los padres en cuanto a su crianza, también hay muchos otros factores que pueden influir de manera importante en la manifestación de agresividad.

Si el origen de la agresividad tiene una base multifactorial, su intervención en la corrección de estos tipos de comportamiento debe llevar la misma dinámica, tratando de abarcar todos los sistemas dentro de los cuales el niño se desenvuelve, contribuyendo al mismo tiempo al estudio más profundo de cada factor influyente.

Aunque a pesar de las tantas investigaciones que pueden hacerse acerca de este tema, no hay que olvidar que cada individuo es diferente, y que su percepción y procesamiento de información acerca de los estímulo que recibe del medio son muy distintas, que varían de persona a persona y sobre todo de cultura a cultura; así, el estudio acerca de la agresividad infantil tiene aún mucho que aportar.

 Por Conducta Agresiva entendemos, un modo de actuar de los niños caracterizada por:

1) Accesos de cólera.
2) Actos de desobediencia ante la autoridad y las normas del hogar.
3) Amenazas verbales.
4) Daños a cosas materiales.
5) Deterioros en la actividad social y académica por episodios de rabias.
6) Discusiones con los hermanos, con los padres y otros integrantes de la familia.
7) Gritos, molestar a otros integrantes de la familia.
8 ) Mostrarse iracundo o resentido.
9) Pleitos.

Sin embargo, la agresividad en los niños no siempre implica una mala actuación de los padres, es importante saber que la agresión en los infantes forma parte de su desarrollo psicológico y emocional, es una etapa agresiva que como tal es superada cuando el pequeñito alcanza su madurez afectiva propia para su edad.

Todos los niños pueden tener, a partir del primer año de edad, momentos o ataques de agresividad que junto con los impulsos contrarios, es decir, de cariño y amor, son el primer paquete emocional que traen al nacer. Son reacciones adaptativas e incluso necesarias para la supervivencia y el desarrollo normal y deben ser “vividas” por el propio niño.

El problema surge cuando esa agresividad se mantiene con el tiempo y se convierte en la forma habitual de resolver sus conflictos, de llamar la atención o de conseguir lo que quiere.

Para tratar a un niño agresivo lo peor que podemos hacer es agredirlo más, regañándolo, pegándole o castigándole, aqui es donde al amor de los padres juegan un papel muy importante en el sentido de que el niño debe re-aprender a canalizar sus emociones de una manera saludable. Está demostrado que los niños agresivos generalmente son niños agredidos o que no han tenido suficiente atención a sus necesidades emocionales.

Los niños deben aprender a expresar sus emociones y sentimientos de forma adecuada. Para disminuir la tensión en el niño debe mantenerse activo y poder descargar su energía acumulada haciendo que estén más tranquilos; actividades como jugar con plastilina, practicar algun deporte, saltar o bailar es sumamente benéfico. Enseñar y fomentar mediante el ejemplo hábitos de conducta socialmente aceptados.
Los padres deben estar de acuerdo a la hora de tomar decisiones, establecer normas de convivencia y límites y elogiar las conductas apropiadas en los pequeñines.

También es importante conversar con el niño acerca de sus sentimientos y deseos, no importa que lo consideren muy pequeño, para que pueda desahogarlos y no se sienta reprimido, asimismo explicarles las consecuencias de su comportamiento agresivo y enseñarle alternativas o formas para comportarse adecuadamente. Así se establece una relación más afectiva entre padres e hijos.